Los retos y desafíos de la Obra Social impulsada por las Fundaciones pasan por la salud mental, la brecha digital o las nuevas formas de pobreza
Educación e internacionalización, entre sus prioridades
Con una inversión que alcanzó los 851 millones de euros durante el último año, pero que llega a 7.823 millones en la última década —según los datos acumulados desde 2014— , el sector CECA se consolida como primer inversor social privado en España. La Obra Social impulsada por las entidades asociadas a CECA (asociación que representa a CaixaBank, Kutxabank y Cajasur Banco, Abanca, Unicaja, Ibercaja Banco, Caixa Ontinyent, Colonya Pollença, Cecabank y a más de treinta fundaciones) realizó cerca de 81.000 actividades que alcanzaron a más de 30 millones de beneficiarios con esa dotación durante 2023.
Estas cifras son el reflejo de la palanca para el desarrollo social, especialmente para los colectivos vulnerables, que impulsa la Obra Social, según explicó el portavoz de CECA, Alberto Aza, en el Foro «Comprometidos con Galicia, una labor social con mucha vocación», que organizó la editorial Prensa Ibérica con las tres cabeceras del grupo en Galicia: FARO DE VIGO, La Opinión de A Coruña y El Correo Gallego esta semana.
La subdirectora del periódico, Irene Bascoy, moderó el debate que contó también con la delegada territorial de la Fundación «la Caixa» en Galicia, Susan Santos y el director gerente de Afundación, Pedro Otero. Centró desde la primera pregunta la importancia del sector: «En marzo de 2022, el presidente del Consejo Económico y Social (CES), el vigués Antón Costas, aseguró que la Obra Social del sector CECA es el segundo pilar del estado de bienestar en España», apuntó. Aza recogió el guante y defendió que es «un complemento indispensable, un pilar para el fomento y apoyo de iniciativas de la sociedad civil en favor de los colectivos más vulnerables de nuestra sociedad». Y, remontándose en la historia, recordó «una Obra Social cuya trayectoria histórica se remonta a más de tres siglos, con la aparición de los primeros montes de piedad, y que formaliza luego su propósito con la aparición de las cajas de ahorros a principios del siglo XIX». En un contexto bancario gobernado por las cifras y los valores exactos, la Obra Social devuelve el cómputo a la sociedad.
Por su parte, Susan Santos explicó que los estudios realizados por la Fundación «la Caixa» han permitido enfocar sus programas para abordar la pobreza desde una perspectiva integral, adaptándose a la naturaleza multifactorial de esta problemática. Esta fundación evalúa y mide constantemente el impacto en el contexto y el territorio, ajustando los programas según cambian las necesidades, desveló la responsable. Un fenómeno emergente es la «multivulnerabilidad», que expande la «fragilidad» a todas las edades: personas mayores solas y vulnerables, adultos con dificultades de acceso al empleo, y niños y niñas en situación de desigualdad o pobreza. Así, «el trabajo social se adapta a nuevas formas de pobreza, diseñando intervenciones que responden a esta creciente complejidad», indicó la experta.
En su turno de palabra, Pedro Otero explicó que Afundación, la Obra Social de Abanca, celebra su décimo aniversario consolidándose como el principal vehículo de responsabilidad social del banco en Galicia. Y su enfoque se centra en tres líneas estratégicas: apoyo a la población mayor, promoción de la cultura y fortalecimiento de la educación. En el área de mayores, Afundación aborda los retos de la longevidad escuchando a las personas, trabajando en envejecimiento activo e investigando para adaptar los programas a sus necesidades. «Afundación opera en once centros para personas mayores en Galicia, con 15.000 socios y 30.000 participaciones anuales», desgranó. En el ámbito cultural, la Obra Social de Abanca gestiona 78.000 m² en infraestructuras y una destacada colección de arte, con impacto en las siete principales ciudades gallegas. «En cada área, ya sea por ejemplo a través de exposiciones, programas intergeneracionales o propuestas de educación en valores», se busca empoderar a los participantes y fomentar su desarrollo, lo que ocupa una parte significativa del presupuesto en Galicia.
Retos y futuro
Durante el encuentro se abordó no solo la historia y el trabajo presente, si no los desafíos y perspectivas futuras de la obra social. En un entorno en el que el compromiso de las fundaciones cobra cada vez más importancia, el éxito de la Obra Social depende de una cercanía auténtica con los beneficiarios, permitiendo entender y abordar sus necesidades de forma individualizada. También, de anticiparse —incluso— a las administraciones públicas.
La brecha digital sobresale como uno de los principales retos actuales. Por otro lado, desde la CECA se impulsa la colaboración y el intercambio de experiencias a nivel internacional a través del Instituto Mundial de Cajas de Ahorros y Bancos Minoristas, presidido por Isidro Fainé. Esta organización ha constituido un Consejo Social y Filantrópico que busca visibilizar y compartir las buenas prácticas de las más de 6.000 entidades a las que representa. El objetivo de esta red global es aprender de las experiencias en cada país y explorar oportunidades de sinergia y cooperación para crear programas conjuntos de mayor alcance, indicó Alberto Aza.
«El futuro de la Obra Social debe continuar desarrollándose en la misma línea actual, con un enfoque en la detección y análisis de nuevas formas de pobreza, especialmente en colaboración con las entidades del tercer sector. Es crucial estudiar de cerca los entornos vulnerables y anticiparse a los retos, como la brecha digital, la salud mental, la soledad no deseada y la desigualdad en el acceso al empleo», defendió Susan Santos. Mientras, Pedro Otero reflexionó sobre una lección del pasado reciente: «La pandemia, que obligó a muchas fundaciones a adaptarse rápidamente, demostró la importancia de la flexibilidad y de la capacidad para responder a nuevas necesidades». No eludió tampoco la importancia de envejecer activamente y atender a la salud mental, tanto en mayores como en jóvenes, como áreas cruciales en las que seguir trabajando. En cuanto a la dispersión poblacional y la atención al rural, Afundación promueve soluciones para ofrecer la misma calidad de servicio en todas las áreas.
Exportar conocimiento
Por último, reseñaron que con la globalización y la multiculturalidad más presentes en las comunidades, las entidades sociales deben aprender y también exportar conocimiento. Como una muestra de su adaptación, citó los clubes de jubilados, «donde los mayores se reunían para jugar a las cartas, pero más tarde evolucionaron hacia centros con servicios de ocio, formación y atención profesional, como podología y psicología». Hoy en día, los llamamos «espacios +60» y no solo ofrecen servicios, sino que aprovechan la experiencia de los mayores, fomentando el voluntariado y el acompañamiento.
«Ahora me siento parte de algo»
Afundación y Fundación «la Caixa» valoran el retorno de sus proyectos: de teatro para visibilizar el TEA a la resiliencia del migrante
La emotiva carta de una madre que quería expresar el impacto que una obra teatral sobre el bullying en Vigo tuvo en su hijo, un niño con trastorno de espectro autista (TEA) sorprendió al equipo de Afundación. «Nos contó lo que su hijo le dijo tras ver la obra de «Hugo»: Mamá, por fin he visto que no estoy solo, que hay personas como yo. Estoy contento y porque esto me ayuda a continuar». «Esa frase me sigue emocionando», confesó el responsable de Afundación, que en ese instante se dio cuenta de que el valor de su trabajo trasciende a los grandes proyectos. «Cuando ves que logras conectar de esta forma tan íntima con alguien, entiendes por qué estamos aquí”, reflexiona el directivo.
Hablaban de una obra que se representó en distintos puntos de Galicia y dejó huella en el público. «El teatro estaba lleno, había más de 400 niños viéndola», cuenta el organizador. Pero la verdadera prueba del impacto alcanzado llegó poco después, ya en las redes sociales, que se llenaron de mensajes de familias cuyos hijos habían asistido y compartían sus impresiones en casa. “Es difícil medir el éxito, pero si los niños llegan a casa y transmiten el mensaje, sabes que tocaste una fibra importante».
Otro ejemplo de éxito es el programa «CaixaProinfancia», de la Fundación «la Caixa» y que se centra en romper la transmisión intergeneracional de la pobreza y fomentar el desarrollo socioeducativo integral a niños de 0 a 18 años en Galicia. Es el caso de una familia venezolana asentada en Vigo y cuya hija mayor se enfrentó a barreras para integrarse en el entorno educativo, pero logró finalizar sus estudios de Bachillerato y ahora cursa un módulo superior de FP. Su hermano avanza con éxito en la ESO y su madre recibe apoyo para encontrar empleo y regularizar su situación. «Ahora me siento parte de algo después de creer que no formaba parte de nada», manifestó la joven en uno de los documentales del proyecto «Vidas contadas» de la Fundación «la Caixa». Desde su implementación en 2016 en las 7 principales ciudades de Galicia y en colaboración con 28 entidades del tercer sector, «CaixaProinfancia» ofreció apoyo a 1.500 menores y 900 familias, centrada en una atención integral personalizada y ofreciendo desde refuerzo escolar a apoyo psicológico, logopedia o actividades de ocio.
Desde hace años, la Obra Social del sector CECA se ha convertido en una herramienta fundamental para luchar contra la desigualdad, la exclusión social y el riesgo de pobreza, «demostrando su papel esencial como elemento vertebrador de la sociedad», según Alberto Aza. «La Obra Social es un complemento esencial al estado del bienestar, ya que ofrece agilidad, cercanía y una capacidad de adaptación que las políticas públicas, por su rigidez presupuestaria y política, a menudo no pueden alcanzar», razonó el portavoz durante el Foro «Comprometidos con Galicia», en Vigo.
El sector CECA desarrolla su actividad benéfica y social en varias áreas, que tratan de abarcar todos los segmentos de la población y «permite un enfoque individualizado y una respuesta rápida ante las necesidades, como se evidenció durante la pandemia».
«Tenemos que seguir manteniendo la capilaridad en la escucha en Galicia» –aseguró— «que cada vez es más grande y multicultural».
«El futuro de la Obra Social se proyecta como un desafío intenso, pero con un enfoque en la cooperación», resumió Alberto Aza.
Y ya al término del Foro salió a colación la importancia de la colaboración público-privada, «ya que permite sumar sinergias y responder de forma flexible a las necesidades de la sociedad, ajustando sus programas gracias a una evaluación continua, optimizando recursos y evitando duplicidades». Es decir, adaptarse o anticiparse a la realidad para actuar sobre ella, finalizó el portavoz.
La Fundación «la Caixa» impulsa el progreso social a través de diversos programas que tienen un poder transformador y un impacto duradero, acompañando a las personas en todas las etapas del ciclo vital. De esta manera, personas en situación de vulnerabilidad pueden desarrollar su potencial, sus capacidades y talento. Entre sus iniciativas destaca CaixaProinfancia, un programa cuyo principal reto es impulsar acciones en clave socioeducativa para promover el desarrollo de los niños y niñas y sus familias, con el objetivo de generar oportunidades de futuro y romper el círculo hereditario de la pobreza. Este programa destaca por por su liderazgo, trabajo en red y alcance territorial, enfocado en reducir la desigualad. «Desarrollamos programas con un alto poder de transformación social», expresa la delegada territorial en Galicia, Susan Santos. Los programas de la Fundación «la Caixa» están avalados por direcciones científicas, expertos, y detrás existe un estudio de las necesidades sociales, asegura.
En su debate en el Foro «Comprometidos con Galicia», la experta en Obra Social precisó que la pobreza ya no solo afecta a quienes no tienen empleo, sino a personas mayores —o jóvenes— que, a pesar de contar con pensiones, no logran cubrir sus necesidades básicas. «Para afrontar estos desafíos es fundamental impulsar una filantropía colaborativa. Este enfoque no solo crea impacto inmediato, sino que permite establecer modelos de trabajo transferibles», destacó. Sobre el trabajo paralelo al de las administraciones públicas, Santos destacó «la importancia de la colaboración público-privada que pueden jugar las fundaciones: ser más que complementarias y construir juntas.
Afundación ha desarrollado una infraestructura educativa amplia en Galicia, que incluye desde centros de formación profesional y guarderías hasta una universidad innovadora. La educación en valores es uno de sus pilares, llegando a cerca de 690 centros educativos en Galicia y beneficiando anualmente a más de 120.000 estudiantes de entre 5 y 16 años. Además, ha impulsado desde 2017 un programa de educación financiera que alcanza anualmente a más de 200.000 niñas y niños. «La educación tiene una presencia transversal absolutamente en todos los programas que hacemos; nunca pensamos el lanzamiento de un programa sin ver las diferentes vertientes educativas que podemos tratar», sostiene Pedro Otero. «La educación se entiende de manera integral, promoviendo habilidades que ayuden a superar situaciones de vulnerabilidad». Su universidad innovadora destaca por un modelo único presente también en toda la acción educativa de la entidad, que investiga, diseña e implementa proyectos para contribuir a transformar.