La digitalización y el mundo tan interconectado en el que vivimos han hecho que muchos aspectos vinculados a las finanzas personales hayan cambiado profundamente. Basta con recordar cómo las familias administraban sus presupuestos cuando el efectivo era el único medio de pago y el método de gestión más común era el de los sobres.
Aunque actualmente los fundamentos de la gestión financiera siguen siendo los mismos, las aplicaciones, plataformas y soluciones digitales han transformado nuestra relación con las finanzas. Esto ha dado lugar a que, para el sector bancario, impulsar las competencias financieras y las habilidades digitales de la población sea una prioridad de primer orden.
La digitalización permite a las entidades bancarias mejorar la educación financiera de las personas, pero, a su vez, también plantea nuevos desafíos. Entre estos destaca el exceso abrumador de información financiera disponible online, la proliferación de gurús sin credenciales y comportamientos impulsivos o imprudentes derivados de la inmediatez con la que hoy en día es posible realizar pagos, invertir o comprar. A ello se añade el reto que supone una ciberdelincuencia en auge y el impacto que tiene la brecha digital, especialmente entre las personas mayores, lo que incrementan la necesidad de impulsar proyectos formativos a medida que garanticen la inclusión financiera de este colectivo.
Frente a estos nuevos condicionantes, el sector bancario está respondiendo de manera decidida y ambiciosa. En 2018, desde CECA y su fundación Funcas, pusimos en marcha el programa Funcas Educa para financiar proyectos de educación financiera y digital que desarrollan nuestras entidades asociadas y que complementan las iniciativas que estas desarrollan por cuenta propia. Así, sumando esfuerzos, el sector CECA se posiciona hoy como uno de los mayores inversores en educación financiera y digital de nuestro país, habiendo destinado en los últimos cinco años cerca de 18 millones de euros a estas iniciativas educativas.
El compromiso del sector bancario con la capacitación financiera y digital de la población es un pilar fundamental para alcanzar una plena inclusión financiera como antesala de la inclusión social. En un país donde el 35% de la sociedad admite carecer de conocimientos financieros básicos, el acceso a herramientas formativas de calidad resulta imprescindible para construir una sociedad más equitativa y próspera. Porque un ciudadano bien informado es un ciudadano libre y una sociedad financieramente educada es más fuerte y cohesionada.