Buenos días y muchas gracias a todos por vuestra asistencia.

En la jornada de hoy hemos reflexionado juntos sobre una de las grandes transformaciones que está experimentando la industria financiera a nivel global: la creciente interconexión entre sostenibilidad, actividad económica y financiación. Se trata de un cambio estructural cuyos efectos sólo estamos empezando a vislumbrar.

Este proceso de cambio cuenta con una hoja de ruta a nivel global: los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), también conocidos como Agenda 2030; y, por lo que se refiere a la vertiente climática, el Acuerdo de París (COP-21). El consenso (más o menos global) en torno a estos objetivos está permitiendo acelerar la transformación hacia modelos de convivencia sostenibles, en adecuado equilibrio con el entorno ecológico y social.

Los ODS, en especial los relacionados del cambio climático, suponen un cambio de paradigma en el modelo de crecimiento económico. Esta transición va a requerir un volumen inmenso de inversiones:

– La Conferencia de Naciones Unidades sobre Comercio y Desarrollo estima que se precisan inversiones de entre 5 y 7 billones de dólares al año para alcanzar los objetivos globales.

– Según cálculos realizados por la Comisión Europea, la UE tiene que abordar un déficit de inversión anual de casi 180.000 millones de euros para lograr los objetivos en materia de clima y energía hasta 2030. De cara al objetivo de descarbonización de la economía europea en 2050, los estudios de impacto estiman que se requerirá una inversión anual promedio de 1,33 a 1,42 billones de euros a partir de 2031 y hasta 2050.

– En el ámbito doméstico, el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima estima en casi 250 mil millones de euros la inversión necesaria en España para la década que acabamos de comenzar, esto es, en torno al 1,5% del PIB.

Estas cifras ilustran perfectamente la necesidad de una eficaz cooperación entre los sectores público y privado, que asegure una adecuada canalización de flujos de capital hacia las inversiones necesarias para la consecución de los objetivos de sostenibilidad. Es aquí donde interviene el sector financiero, como aparato circulatorio del ecosistema empresarial.

La aportación del sector financiero debe articularse desde al menos tres perspectivas:

– En primer término, la financiación. Al sector bancario, representado aquí por AEB, UNACC y CECA, corresponde financiar las inversiones ligadas a la consecución de los ODS, con el desafío adicional que representa la medición de los riesgos sociales y medioambientales. El compromiso de este sector en España con la sostenibilidad ha tenido su mayor expresión cuando más del 95% de sus entidades han firmado el Acuerdo Colectivo sobre Cambio Climático en la pasada COP25.

– En segundo lugar, el aseguramiento. Las empresas aseguradoras son claves para hacer frente a los riesgos físicos que está trayendo consigo el cambio climático. UNESPA, como asociación del sector asegurador, ha divulgado entre sus entidades asociadas los Principios para la Sostenibilidad en Seguros de Naciones Unidas, para integrar en el proceso de toma de decisiones las cuestiones ambientales, sociales y de gobernanza (ASG).

– En tercer lugar, la gestión de activos. El sector de instituciones de inversión colectiva y fondos de pensiones, agrupado bajo la asociación INVERCO, es clave en la canalización de fondos hacia una economía más sostenible y descarbonizada. Ellos fueron pioneros cuando en 2014 publicaron la circular “Aplicación de Criterios Medioambientales, Sociales y de Gobierno Corporativo en la Política de Inversión de las IIC”.

En este contexto, FINRESP nace como el fruto de una reflexión compartida por todo el sector financiero, en sus múltiples manifestaciones. Es un hito, y merece que lo subrayemos hoy aquí, que estas cinco instituciones (AEB, CECA, INVERCO, UNACC y UNESPA) se hayan unido en un proyecto común en torno a las finanzas sostenibles.

FINRESP tiene la vocación de contribuir a una actividad económica y financiera más sostenible y responsable, por medio de la conformación de un punto de encuentro, debate, sensibilización y experimentación de los grupos de interés de la industria de servicios financieros. En particular, FINRESP pretende ser un centro de referencia en la vinculación de la sostenibilidad con el tejido productivo, especialmente entre las pequeñas y medianas empresas de nuestro país.

Esta visión se materializa en cuatro objetivos estratégicos que van a guiar en el futuro inmediato la actividad a desplegar por parte de FINRESP:

– Aumentar la concienciación de los agentes económicos y de la sociedad española ante los retos y oportunidades que trae consigo la Agenda 2030.

– Mejorar las capacidades y habilidades de los agentes económicos en el cumplimiento de esta agenda, principalmente entre las pymes.

– Apoyar la identificación de soluciones financieras concebidas como buenas prácticas.

– Promover fórmulas innovadoras que vinculen sostenibilidad y financiación.

Un quinto aspecto que pretende caracterizar a FINRESP es su proyección internacional, como lo prueba el hecho de nuestra reciente adhesión al foro Financial Centers for Sustainability promovido por Naciones Unidas.

Para alcanzar estos objetivos hemos elaborado una Hoja de ruta de acciones conjuntas que contribuya a acelerar la transición hacia una economía sostenible y responsable. Esta hoja de ruta quedó desbrozada en la declaración institucional publicada por FINRESP con ocasión de la COP 25 de Madrid, en la que se asumieron los siguientes compromisos:

– Impulsar y promover acciones sectoriales encaminadas a contribuir a la implementación del acuerdo mundial sobre el clima fijado en la Conferencia de París (COP21) y a la consecución de aquellos Objetivos de Desarrollo Sostenible que tienen un mayor vínculo con la actividad financiera.

– Poner en marcha acciones de difusión en materia de finanzas sostenibles y cambio climático a través de jornadas, debates, reflexiones y propuestas prácticas.

– Colaborar activamente con los poderes públicos en la conformación e implementación de un marco normativo eficaz de cara a la consecución de los objetivos de lucha contra el cambio climático.

– Promover la adhesión de las entidades del sector financiero a los principios y estándares para la sostenibilidad elaborados por Naciones Unidas y que fomentan la integración de las cuestiones ambientales, sociales y de gobierno en la toma de decisiones; la concienciación de los clientes y proveedores en el ámbito de la sostenibilidad; y la divulgación y la transparencia de manera pública y periódica de los avances en la aplicación de estos principios.

– Elaborar anualmente un informe sobre los avances de las finanzas sostenibles en España.

Es importante que tomemos plena conciencia de la envergadura del reto que tenemos por delante como sector. En los dos últimos años hemos dado un gran paso como industria: hemos entendido y asumido el papel que nos corresponde desempeñar en este esfuerzo global. Pero ahora nos toca ponernos manos a la obra. Y vamos a afrontar dificultades importantes que no me cabe duda que superaremos juntos, como hemos hecho siempre.

Las autoridades están marcando una agenda muy exigente. La Comisión Von der Leyen ha puesto en marcha su Green Deal, que está convirtiendo a la Unión Europea en el principal referente internacional en materia de legislación sobre finanzas sostenibles. Ciertamente, la Unión está avanzando con rapidez en la regulación de aspectos clave para el desarrollo de las finanzas sostenibles, como la transparencia, la identificación de riesgos no financieros, el incremento de los requisitos de divulgación, la definición de estándares y la necesaria taxonomía que va a definir el concepto “inversión sostenible”.

En este contexto es muy importante destacar la creciente implicación de las Autoridades de Supervisión Europeas, que ya ha abierto el debate sobre la conexión entre la sostenibilidad y la normativa prudencial. La identificación de tipologías de riesgos climáticos, su modelización y su tratamiento a efectos de consumo de capital son cuestiones que nos van a ocupar en los próximos meses.

Comenzamos el año 2020, y se inicia una década que el Secretario General de Naciones Unidas (Antonio Guterres) ha denominado “La Década de la Acción” (The Decade of Action). Una acción dependiente de las nuevas necesidades de los clientes en un entorno cada vez más digital e inestable, y cargado de desafíos regulatorios que encaminan al sector hacia un modelo más abierto y competitivo. Y, es precisamente este entorno el que nos tiene que espolear para situarnos a la vanguardia de las finanzas sostenibles.

Os agradezco a todos, en nombre de las cinco asociaciones promotoras de FINRESP, vuestra asistencia hoy aquí, en este evento que espero que en unos años recordemos como un hito que marcó el comienzo de un gran proyecto.

A continuación intervendrá una de las personas que atesora un mayor conocimiento en nuestro país sobre sostenibilidad y cambio climático, Valvanera Ulargui. Actualmente es la directora de la Oficina Española de Cambio Climático, institución que se encuadra en el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. Asimismo, ha asesorado a instituciones y organismos de gran relevancia como la Comisión Europea o el ICEX en sesiones al más alto nivel en materia de lucha contra el cambio climático, como las que sentaron las bases del Protocolo de Kioto.

Valvanera, quisiera agradecer tu presencia hoy aquí para el cierre de la jornada. Tienes la palabra.

Muchas gracias.