Finresp (Centro de Finanzas Sostenibles y Responsables de España) se gestó en 2019 y vio la luz en enero de 2020, justo antes del estallido de la pandemia de Covid-19. Esta plataforma agrupa a cinco patronales: la AEB (Asociación Española de Banca), la CECA (Confederación Española de Cajas de Ahorros), Inverco (patronal de las gestoras, Unespa (la patronal de las aseguradoras) y la Unacc (las cooperativas de crédito). Es, además, una iniciativa integrada en una red mundial de centros similares de Naciones Unidas. José María Méndez, director general de CECA, preside esta plataforma desde mayo de 2023. Explica que su prioridad en este momento es debatir sobre el Plan de Finanzas sostenibles que prepara el Gobierno. Pedro Sánchez anunció el pasado 11 de enero la publicación de un Libro Verde de financiación sostenible y la creación de un consejo de finanzas sostenibles. Finresp ya tiene fecha para su gran evento anual, en el que se dará cita toda la industria: lo celebrará el próximo 14 de marzo.
De cara a los próximos meses, ¿cuál es su objetivo prioritario como presidente de Finresp?
Una de las funciones de Finresp es colaborar con todas las instancias regulatorias en la producción del marco normativo para las finanzas responsables. El foco está ahora en el Plan de Finanzas Sostenibles y el Libro Verde de finanzas sostenibles que pretende lanzar el Gobierno. Tal y como ha anunciado públicamente el presidente del Gobierno, su objetivo es sacar este año, al menos a consulta, un Libro Verde de Finanzas sostenibles y crear un consejo de finanzas sostenibles. Para nosotros, este es un elemento crítico. Entendemos que estamos ante un gran desafío, que necesita de la cooperación público-privada; entonces, [lo deseable sería] tener ahí unos órganos de cooperación y de colaboración. En Finresp estamos deseando recibir un borrador del proyecto. Este sería el objetivo más relevante para este año: discutir con las autoridades un plan de Finanzas sostenibles para España.
¿Y qué propondría Finresp?
Son cuatro los ámbitos en los que estamos dispuestos a hacer ese esfuerzo en finanzas sostenibles. El primero es la divulgación. Aunque el grueso de la información ya se está estandarizando a nivel europeo con la directiva SFDR [Sustainable Finance Disclosure Regulation, el Reglamento de Divulgación europeo para los fondos de inversión], el objetivo es homogenizar la información que facilitan las entidades. Un segundo ámbito es cómo nos relacionamos con nuestros clientes para conocer sus preferencias de sostenibilidad a través de los test de idoneidad, con el fin de venderles productos que sean conformes con sus expectativas. El tercer ámbito es el de los riesgos: las entidades ya han incorporado a su análisis de riesgo el medioambiental, tanto físico como de transición. El riesgo físico implica que en el análisis de los riesgos de tu prestatario tengas en cuenta la eventualidad de que el cambio climático genere unas pérdidas. Y el riesgo de transición se refiere a la posibilidad de que, si financias entidades que estén realizando su itinerario de descarbonización, te veas perjudicado por las pérdidas que genere el no transitar hacia esas economías descarbonizadas. El cuarto ámbito, que también tendría que recoger ese Plan de Finanzas sostenibles, es que todas las entidades, que ya tienen sus objetivos ambientales, sociales y de gobernanza, busquen las mejores prácticas y métricas.
En relación con el Reglamento de Divulgación para los fondos sostenibles, ¿no habría que simplificar los nombres, dada la complejidad que implica para el minorista entender denominaciones como ‘Artículo 8’ y ‘Artículo 9’?
Sí. Aún así, estos productos han tenido un éxito impresionante. Prácticamente un tercio del patrimonio en fondos de inversión está ya en Artículo 8 o 9. Esto significa que hay más de 7 millones de partícipes en España que han apostado por ellos. Y en fondos de pensiones, que es un segmento que tiene volúmenes inferiores, son unos 4 millones. Lo que más me llama la atención son las tasas de crecimiento interanual, que son de dos dígitos, hasta 113.000 millones de euros, lo que está en estos fondos de inversión ya. Pero podemos seguir sofisticándolo, y simplificarlo para facilitar más información a la clientela, hasta conseguir un etiquetado de productos homogéneo. Pero esto no se puede hacer solo en España, porque hay mucha comercialización trasfronteriza de fondos; en este país no sólo se venden fondos con matrícula CNMV sino también productos de la Unión Europea.
¿Pero le parece importante simplificar esas etiquetas de los fondos?
Sí. En general, el plan de Finanzas sostenibles, y todo este diálogo, es muy importante, porque el objetivo es muy ambicioso. Se trata de cambiar el modelo productivo en Europa para hacerlo más compatible con el medio ambiente. El sistema financiero es el aparato circulatorio, somos determinantes somos críticos en este cambio de modelo productivo. Pero también hay que tener claro cuál es nuestro papel. A nosotros nos corresponde financiar energías renovables y proyectos verdes, pero también financiar la transición. Hoy por hoy, la economía está carbonizada. Debemos seguir los itinerarios de descarbonización de las entidades y financiar su transición. No se trata sólo financiar lo verde. Este un papel crítico en ese cambio de modelo productivo.
¿En qué medida se abarata la financiación cuando se trata de una financiación sostenible?
Creo que eso no es demostrable. Depende de otras variables, como el apetito que haya en el mercado. La prima verde me parece complicado calcularla. No creo que hoy por hoy el mercado deduzca una mayor rentabilidad de un bono verde respecto a la de otro que no lo es.