José María Méndez, Director General de CECA
La crisis provocada por el coronavirus alteró algo que parecía inmutable: nuestra cotidianidad. Lo que dábamos por descontado se convirtió en incierto, y, como sociedad, corríamos el riesgo de perder nuestra cohesión. En este contexto, las entidades adheridas a CECA, poniendo en práctica su profunda vocación social, establecieron una batería de medidas (moratorias hipotecarias, eliminación de comisiones, adelanto del cobro de pensiones y subsidios del SEPE, créditos avalados…) destinadas a aliviar la situación de los colectivos más vulnerables. Superada esa difícil etapa, vivimos ahora un momento diferente, don-de el contexto económico se ha convertido en una oportunidad de transformar nuestro tejido productivo mediante la iniciativa Next Generation de la Unión Europea. Desde la puesta en marcha del Plan Nacional de Recuperación, Transformación y Resiliencia, que articula la llegada de estos fondos en España, el sector bancario le ha trasladado a las Administraciones Públicas que nuestro papel podría ser aquí de gran utilidad. En primer lugar, por nuestro elevado grado de capilaridad (contamos con una red de más de 23.000 oficinas bancarias, de las que más de 10.000 pertenecen al sector CECA). En segundo término, por nuestro conocimiento experto, tanto de las grandes empresas como de las pymes en los diferentes sectores de actividad, así como de los instrumentos financieros más idóneos para que los fondos lleguen a la economía real. Y, en tercer lugar, por nuestra experiencia en el análisis de proyectos de inversión y por nuestra gran infraestructura digital al servicio de los clientes, que facilitaría el proceso de distribución de los fondos. Una tarea de canalización que, en combinación con medidas financieras adicionales, podría generar un efecto multiplicador destinado a maximizar el impacto de estos recursos en la economía nacional.
La colaboración entre el sector público y el privado es, sin duda, una de las claves para asegurar la correcta llegada de estos recursos y la transformación de nuestro tejido productivo. Un reto aún mayor en estos momentos dado que las Administraciones Públicas se enfrentan al desafío que plantea la descentralización y, por tanto, a la vertebración de estos recursos en todo el territorio. La red bancaria puede contribuir a asegurar un tratamiento homogéneo, favoreciendo la igual-dad de oportunidades, independientemente de la localización geográfica.
En este contexto, estamos colaborando con el Gobierno para buscar la mejor forma en la que el sector puede colaborar en el despliegue de la segunda fase del programa de ayudas, que conlleva la concesión de préstamos europeos por importe de hasta 84.000 millones de euros.
Nos encontramos ante una oportunidad única de avanzar como país y abordar los problemas estructurales que arrastramos. En este sentido, el sector bancario está dispuesto a poner lo mejor de sí mismo al servicio de la sociedad. El objetivo es sencillo, aunque ambicioso: construir un mañana mejor, que nos incluya a todos, y que siente las bases económicas y sociales del futuro. Nos jugamos mucho en este empeño como país e incluso como integrantes de un proyecto supranacional europeo, pero estoy seguro de que trabajando conjuntamente haremos que este programa sea un éxito, facilitando la transformación sostenible de la economía española.