La ayuda desinteresada impulsa grandes cambios y alimenta el tejido comunitario. En la última década, la Obra Social del sector CECA, formado por varias varias fundaciones y entidades de crédito, ha invertido 7.800 millones de euros en actividades destinadas a 31 millones de beneficiarios

Filantropía: “amor al género humano”. Así define la Real Academia Española un concepto que se asocia a la generosidad sin contraprestación, dar algo sin esperar nada a cambio. Solo en Europa, los activos de las fundaciones de utilidad pública superan los 647.000 millones de euros y el sector aglutina 186.000 organizaciones sin ánimo de lucro, según el organismo de referencia Philea. La filantropía mueve, pues, una parte trascendental del mundo. Y es uno de los ingredientes, a veces más desconocidos, del estado de bienestar. Algunos de los grandes donantes del mundo son archiconocidos nombres como Bill Gates, el fundador de Microsoft, o los financieros Warren Buffett y George Soros. En España, sobresalen figuras como Elena Foster, Marta Ortega, Carmen Thyssen o Juan Roig. Su cometido: encontrar causas en las que invertir recursos y esfuerzos para que la humanidad progrese.

¿Y de qué asuntos se ocupa la filantropía? Históricamente, el sector ha abordado las grandes preocupaciones de interés general, como la salud, la educación, el medio ambiente, la cultura o la cooperación entre naciones. Desafíos que hoy, quizá más que nunca, tienen nombres y apellidos: el cambio climático, la lucha contra la desigualdad, el derecho a la vivienda, la digitalización, la defensa de la democracia frente a las olas reaccionarias, el acceso universal a la educación…

Dada la magnitud de los problemas que los filántropos acometen, esta práctica se ha sustentado siempre en la colaboración público-privada. Son cuatro los actores principales de esta relación: estados, sector privado, ONG y fundaciones. Por tanto, las acciones que promueven los filántropos y las diversas instituciones en las que se apoyan van de la mano y suelen tener una motivación común: la solidaridad como motor para construir un futuro mejor.

Contribución a la economía en España

Esto sucede especialmente en España, donde el impacto del sector filantrópico fue de 27.000 millones de euros en 2020, cerca del 2,4% del PIB, según un informe de la Asociación Española de Fundaciones elaborado por AFI. Magnitudes que demuestran una sólida contribución de las fundaciones a la economía, aunque el valor va más allá de lo meramente económico: alrededor de estas inversiones, se robustecen el tejido educativo, las redes de creación cultural, la promoción de talento o la investigación y la innovación tecnológica. Como agentes comprometidos con la cohesión social y la lucha contra la desigualdad, los filántropos son, además, uno de los mejores aliados para establecer nexos público-privados.

En este contexto de colaboración público-privada, el sector CECA –que representa a las entidades de crédito CaixaBank, Kutxabank y Cajasur Banco, ABANCA, Unicaja, Ibercaja Banco, Caixa Ontinyent, Colonya Pollença y Cecabank– trabaja por demostrar esa capacidad trascendental que posee la filantropía para mejorar la vida de las personas y transformar su entorno. Junto a más de 30 fundaciones de carácter filantrópico y fin social, el sector CECA se está consolidando como el mayor inversor social privado de España, con una inversión en la última década de 7.800 millones, destinados a 930.000 actividades que de media alcanzaron a 31 millones de beneficiarios al año.

Una contribución de carácter vital si se tiene en cuenta la complicada situación mundial de los últimos años, en los que una pandemia, una crisis climática y varios conflictos bélicos han marcado el pulso de la humanidad. Ante situaciones como estas, la Obra Social de las entidades de CECA ha puesto en marcha programas de apoyo dirigidos a aquellos ciudadanos que más lo necesitan, como el colectivo senior, las personas en riesgo de exclusión social o los habitantes de la España vaciada.

Acciones por las que la Obra Social de CECA es considerada hoy como uno de los principales agentes en la promoción de la inclusión social. Una labor que avanza gracias a las entidades y equipos humanos que siguen profesionalizándose y formándose para adaptarse a las circunstancias sociales de este tiempo. Y sin perder ese compromiso filantrópico, de amor al género humano, con el mundo al que pertenecen.