«El sector es mucho más sólido que en el pasado y está en mejores condiciones para afrontar lo que venga; no descarto más morosidad»

Alberto Aza, portavoz de la patronal bancaria CECA, que agrupa a los bancos nacidos por transformación de las antiguas cajas de ahorros y a las dos únicas entidades de este tipo que perviven en España en la actualidad, no prevé una «guerra de pasivo» con aumentos de la rentabilidad de los depósitos por la subida de tipos como las que hubo en el pasado pero sí mejoras para captar clientes. Aza, muy vinculado a Asturias y oriundo de la región (es hijo del diplomático asturiano Alberto Aza Arias, que fue secretario general de la Casa del Rey), sostiene que la banca española es «mucho más sólida que en el pasado y está en mejores condiciones para afrontar lo que venga». Juzga un error el nuevo impuesto a la banca porque dañará, afirma, la estabilidad financiera, la actividad económica y el empleo, y considera que España es uno de los países con más inclusión financiera y con la tercera red de oficinas más densa de Europa pese a los cierres de oficinas. Considera que las previsiones económicas deben tomarse con máxima cautela porque están supeditadas a la evolución energética y geopolítica.

–La subida de tipos favorece a la banca porque amplía sus márgenes, pero puede impulsar la mora y frenar la demanda de crédito. ¿La resultante será favorable o perjudicial para el sector?
Llevamos una década con tipos negativos que han estrechado los márgenes de intermediación de modo drástico, lo que ha impactado en la rentabilidad. Ahora los márgenes empiezan a ampliarse, pero no creemos que vayamos a volver a los tipos positivos del pasado, por lo que la banca deberá seguir trabajando en la mejora de su eficiencia y operativa. Para la banca va a ser más caro financiarse y también podríamos ver algún repunte de la morosidad y merma de la demanda de crédito.

–¿El saldo de pros y contras será positivo?
Dependerá de la intensidad de la subida de tipos, del mercado energético y de cómo evolucione la geopolítica. Hay que ser muy prudentes con los pronósticos, pero la banca de hoy es mucho más sólida que en el pasado y esté en mejores condiciones para afrontar lo que venga.

–El coste de las hipotecas ya está repuntando con el euríbor, pero la remuneración del pasivo va con más retraso. ¿El exceso de liquidez existente demorará la retribución del ahorro?
Hay mucha liquidez por las medidas expansivas del Banco Central Europeo (BCE). Pero ya estamos viendo que la banca de la eurozona empieza a hacer ofertas y España es uno de los más mercados más competitivos. Es posible que se vea acentuada esta tendencia de mejora de la remuneración del ahorro.

–¿Cabe precisar plazos para que las cuentas bancarias recuperen rentabilidad?
Sí, es prematuro. Pero estamos en un mercado competitivo. Aunque no creo que veamos una guerra de pasivo como en el pasado pero sí mejoras para captar clientes.

–¿Perciben que la morosidad vaya a repuntar por la inflación, el alza de tipos y la ralentización económica?
La morosidad sigue estando baja. No ha repuntado. Pero no descartamos que pueda subir por el contexto internacional y la incertidumbre.

–¿Se puede hablar de riesgo inmobiliario por el aumento que ha habido en el mercado hipotecario?
No. El balance de la banca está muy saneado y el sector inmobiliario no tiene un peso tan importante como en el pasado.

–¿Cómo percibe la economía española?
Cualquier previsión hay que tomarla con cautela porque quizá haya que revisarlas. Parece que la economía se ralentiza, aunque seguirá creciendo. Este año España va a crecer el 4,5%, según Funcas, que es una tasa muy elevada, aunque veremos. La previsión de Funcas es que en 2023 crezca el 0,7%. Tanto la predicción de crecimiento como de inflación hay que tomarlas con muchísima cautela porque no sabemos cómo evolucionarán la energía y la geopolítica.

–Dice que el mercado bancario es muy competitivo, pero se acusa al sector de haberse vuelto oligopolístico tras el gran proceso de fusiones que vivió la banca desde 2011.
El carácter muy competitivo del sector español de banca está reconocido internacionalmente.

–¿Hay margen para más fusiones?
Son decisiones particulares de cada banco en razón de criterios de negocio. También dependen de la eficiencia, que ya es muy alta. Con este criterio, no cabría ver más grandes fusiones. Pero esto va a depender de cada entidad. Tenemos un nivel de concentración intermedio en el contexto europeo y una banca muy eficiente.

–La gran reducción de oficinas y empleo ha causado malestar en territorios poco atendidos de modo presencial.
A pesar de la intensa reducción de la red de oficinas y cajeros, España tiene, según un reciente estudio de IVIE, la tercera red más densas de la UE, por detrás de Bulgaria y Francia, teniendo en cuenta la población. Frente a los 3.232 habitantes por oficina en promedio en Europa, en España la ratio es de 2.463. En cuanto a cajeros (con datos de 2020), tenemos una ratio de 957, el 27% más reducida que el promedio de la UE (1.312), pero somos el cuarto país del área con mayor densidad tras Austria, Portugal y Croacia.

–Pero se denuncia una creciente exclusión bancaria, sobre todo en el mundo rural y en la llamada «España vaciada».
El informe de IVIE evidencia que somos uno de los países con más inclusión. El 98,4% de la población española vive en municipios con al menos un punto de acceso a servicios financieros. Partimos de una red y estructura muy sólidas. Y además contamos con las segundas entidades más digitalizadas de mundo. En las áreas rurales las entidades vienen desarrollando canales alternativos, como oficinas móviles, agentes financieros y acuerdos con operadores no bancarios, como Correos y diversos comercios, para dispensar efectivo. Estamos en conversaciones con el Ministerio y tenemos un grupo de trabajo para dar respuesta a esos municipios con más de 500 habitantes.

–Las personas de más edad y poco avezadas en las nuevas tecnologías se quejan de restricciones en la atención personalizada.
En febrero se puso en marcha un decálogo de medidas para reforzar la atención personalizada a clientes de mayor edad. Se revisa cada seis meses con el Banco de España. En la primera evaluación, el 100% de las entidades ya había puesto en marcha medidas y se ha ampliado el horario de 9 a 14 horas en el 81% de las oficinas para 6 millones de clientes. Se ha puesto en marcha la atención telefónica y se han simplificado el 92% de los cajeros. Estamos en cumplimiento por encima de lo que nos habíamos comprometido.

–¿Les inquieta la competencia de las nuevas empresas de servicios financieros con base tecnológica («fintech»)?
La competencia es buena y necesario. Y las «fintech» son actores que impulsan la competencia. Pero es necesario que todos juguemos con las mismas reglas. Las «fintech» van arañando cuota de mercado porque no están sometidas a la misma regulación. La de la banca es muy estricta. La regulación está hecha para proteger a los clientes, pero ¿qué ocurriría si clientes de operadores no cubiertos por el Fondo de Garantía de Depósitos quedasen desamparados?

–Se demora la tan reclamada unidad bancaria europea. ¿Se atisba un acuerdo?
Se sigue trabajando en ello. Hay que resolver aún incógnitas. Pero se quiere avanzar. Hay que armonizar muchas regulaciones.

–¿Qué opina del nuevo impuesto a la banca?
Es un claro desacierto. La banca es uno de los sectores que más impuestos paga. Nuestro tipo impositivo es del 53% sumando impuestos y contribución al Fondo de Garantía de Depósitos. El nuevo gravamen afecta a la estabilidad financiera porque supondrá una fuerte caída de resultados, reducirá el crédito y, por lo tanto, perjudicará a la economía real y a la creación de empleo, y choca con principios constitucionales. Se grava un supuesto beneficio extraordinario que no existe. Algunas estimaciones prevén un recorte de empleo entre 5.000 y 25.000, pero el Instituto de Estudios Económicos (IEE) prevé una merma del 0,4% del PIB y una reducción de 72.000 empleos.

–¿Se han planteado la fusión de las tres patronales del sector?
Las asociaciones tienen sentido en la medida en que sus asociados se lo encuentren y en CECA hay un reconocimiento de su importancia. Pero colaboramos con las otras dos asociaciones y defendemos conjuntamente los intereses de los asociados. Cada una tiene rasgos diferenciales. En nuestro caso, es la existencia de las obras sociales y culturales, que en el caso de los bancos que proceden de cajas la desarrollan las fundaciones bancarias que participan en su capital. Las obras sociales y culturales siguen siendo, año tras año, el mayor inversor social, acompañan a las familias en momentos de dificultad y, por su proximidad territorial, saben captar las necesidades y anticiparse a ellas.