La banca se convirtió en parte de la solución al problema generado por la pandemia. Y ahora quieren también poner su granito de arena ante la crisis que ha abierto la guerra en Ucrania. Alberto Aza, portavoz de la asociación de cajas y bancos creados por ellas (CECA), asegura que este sector puede ser clave para los próximos años, en los que la canalización de los fondos europeos será determinante.
¿Qué deben esperar los ciudadanos ante el contexto de tipos?
Estamos ante un contexto alcista de tipos de interés y esto va a tener un impacto en el coste de los productos financieros. Pero también va a tener un impacto favorable en los productos de ahorro. Van a ser más rentables de lo que eran hasta entonces. En términos agregados puede haber un efecto compensatorio. Por un lado, pagaremos más por algunos productos pero por otro recibiremos más por otros. Las familias con créditos hipotecarios se encuentran ante un escenario de grandes incertezas. Pero si nos atenemos a lo que dicen los mercados, el impacto de las subidas en los tipos de interés va a ser abarcable y asumible por las familias y por las empresas. Va a ser moderado.
Hay quien se pregunta si esto es reversible, si vamos a volver a la época de los tipos bajos.
El cometido principal del BCE es la lucha contra la inflación con un objetivo del 2 %. Los tipos evolucionarán en función de cómo vaya evolucionando la inflación. O quizás habría que decirlo al contrario. La inflación evolucionará en función del impacto que pueda tener la política monetaria. Y, viendo cómo evolucione esto, podría haber una vuelta a un escenario de tipos menores.
Uno de los factores que está repercutiendo en la inflación es el componente energético. Con esta circunstancia, ¿será efectiva la política de los bancos centrales para contener los precios?
Esta es una crisis provocada por factores de oferta por las tensiones en los mercados internacionales de la energía y de las materias primas. Pero también por un calentamiento de la demanda después de la pandemia. Y esta combinación provoca esta inflación. Son dos fuerzas que hay que ver cómo evolucionan. Las previsiones de Funcas apuntan a que podríamos volver a unos niveles de inflación moderados en el año 2023, pero todas estas previsiones hay que tomarlas con mucha cautela porque estamos ante un momento de gran incertidumbre.
Ante el alza de tipos, ¿se va a parar la solicitud de hipotecas?
Hemos visto un repunte importante en estos últimos meses en la solicitud de hipotecas anticipando estas posibles subidas de tipos. Pero en la medida en que estos incrementos puedan ser moderados entendemos que seguirá la actividad crediticia. Habrá que ver cómo se ajusta.
Y la banca, ¿cómo se verá afectada por toda esta subida de tipos?
Veníamos de un escenario muy prolongado de tipos de intereses negativos. Y esto, durante este período, ha estrechado drásticamente los márgenes de intermediación de la banca y por tanto ha condicionado de forma importante el negocio bancario y su rentabilidad. Un escenario de tipos alcistas puede repercutir de forma positiva en ese margen de intermediación de la banca. Pero no vamos a llegar nunca a un escenario de tipos de interés como los que conocimos hace una década. Por lo tanto, si bien se puede ir recuperando el margen, las entidades van a tener que seguir buscando eficiencias, que es lo que le piden insistentemente desde el 2014 los reguladores.
El covid ha supuesto también un reto para el sector bancario. Ha habido muchos cambios en un corto período de tiempo. Después de estos dos años, ¿está la banca lo suficientemente reforzada para afrontar lo que viene ahora?
La banca ha tenido un papel clave durante la pandemia, ha sido parte de la solución. Eso ha sido posible porque la banca ha partido en esta crisis de una solidez financiera que nada ha tenido que ver con la que existía en décadas anteriores. Hoy la banca es solvente, no tiene problemas de liquidez, ha mejorado drásticamente su apalancamiento su gobernanza y la gestión de los riesgos. Es cierto que la pandemia ha impactado, como en cualquier otro sector. Y de hecho las provisiones que dotó la banca reflejan que se anticipó a un escenario que podía ser complicado. Pero la realidad es que hoy el sector ha recuperado los niveles de solvencia previos a la pandemia. Está en una situación de fortaleza para abordar el envite de los impactos de la guerra de Ucrania. La exposición de la banca española a Rusia es muy pequeña, pero es verdad que como país vamos a estar expuestos a los efectos indirectos que puede tener una crisis.
La banca ha sido un protagonista clave en la crisis sanitaria. ¿Ha sido un proceso de reconciliación con la ciudadanía después de lo sucedido en el 2008?
A raíz de la gran crisis financiera, la banca ha acometido un proceso importante de transformación en todos los niveles. Desde la solvencia, hasta los balances, pasando por la gobernanza… La banca hoy es muy distinta. Ha contribuido a actuar como dique de contención durante la pandemia y está siendo fundamental para la recuperación de nuestro país. Porque después de dos años de contención, las familias quieren recuperar sus proyectos financieros, dar salida al ahorro embalsado, poder comprar una casa o un coche y las empresas también necesitan crecer y esto requiere financiación. Tampoco hay que perder de vista que la banca va a tener un papel clave con la llegada de los fondos europeos, porque esos fondos que van a ser ayudas publicas van a tener que complementarse con financiación privada. Y la banca va a estar ahí para cofinanciar esos proyectos de inversión y asegurar realmente que se produce el efecto multiplicador deseado para que el impacto de esos fondos al final se amplifique a la economía real.
De forma periódica, hacemos con la empresa demoscópica GAD 3 un sondeo de opinión para saber cómo está valorando la población la respuesta de las entidades bancarias a diferentes cuestiones. Y, en el caso de la pandemia, la respuesta fue muy satisfactoria. La población fue muy consciente de que la banca desde el primer momento estuvo acompañando a las familias, a las pymes y a los autónomos poniendo en marcha medidas de contención como la canalización de los ICO o las moratorias hipotecarias. Recibimos un 8 sobre 10, que es una muy buena valoración.
¿La banca corre el riesgo de caer en la exclusión financiera con todo esto de la digitalización?
La reflexión creo que sería la siguiente. Está claro que la digitalización es una oportunidad de inclusión y de accesibilidad en general en todos los servicios. También es cierto que, a pesar del progreso que puede suponer, también conlleva un coste en términos de brecha digital y afecta de manera más intensa a las personas mayores que son las que carecen de las habilidades o de los recursos tecnológicos necesarios. El problema de la brecha digital es un problema generalizado en todos los países y afecta a una multitud de sectores. No solo a los servicios financieros. También a los sanitarios, a los educativos… Esto quiere decir que fundamentalmente se trata de un problema estructural y de país, no de sector. Por tanto, tiene que ser resuelto con políticas públicas que sean valientes y eficaces. Ahora bien, a pesar de ello la banca no se ha querido quedar atrás ante este desafío y ha sido el primer sector que ha puesto en marcha medidas paliativas para solucionar el problema de la brecha digital y sus consecuencias. Hace cuatro meses, los bancos hicieron público un decálogo de medidas para reforzar el servicio a las personas mayores y paliar el impacto de la brecha digital. Y se comprometieron a reforzar todavía más los programas de educación financiera y digital para que los mayores sepan manejarse con soltura. España es de los países del mundo que tiene la tasa de inclusión financiera más alta y eso es algo desconocido. Es el segundo país de la UE que tiene mas oficinas bancarias. La densidad de cajeros automáticos es equiparable a la alemana y supera con holgura a la media europea, y somos la segunda banca más digitalizada del mundo.
La digitalización también está provocando un proceso de reestructuración de la banca, con trabajadores afectados…
La banca está en un proceso de transformación profundo. España tenía una densidad de oficinas extrema y la digitalización ha hecho que la red de oficinas esté sobredimensionada. Los clientes prefieren los canales digitales y en muchos casos ya no acuden a las oficinas. Las entidades están en un proceso de ajuste de su capacidad instalada y también de reducción de oficinas y de personal. Es cierto también que las condiciones de estas reestructuraciones suelen ser de las más favorables que hay en el mercado laboral. Los empleados se suman voluntariamente a estos programas y luego el sector bancario es tremendamente activo en la recolocación.
Se están cerrando oficinas pero la banca está dando respuesta con servicios adicionales; como autobuses, cajeros universales… Esto es importante porque el problema de la despoblación del medio rural es un fenómeno demográfico que en España es especialmente intenso. Debemos de tener en cuenta que la brecha digital es un problema de país y, por tanto, no se puede responsabilizar a la banca. Sobre todo cuando la banca ha puesto en marcha desde hace tiempo canales alternativos para atender a las poblaciones. Ejemplo de ello son las oficinas móviles, los agentes financieros que permiten seguir con la oficina bancaria o los acuerdos que han cerrado las entidades con agentes no bancarios como Correos. Esto está dando resultados muy satisfactorios. Si tu comparas la tasa de cobertura del sector bancario con otros como el sanitario, las farmacias o el educativo se puede comprobar que estamos por encima de todos. Las entidades bancarias suelen ser los últimos proveedores de servicios que se retiran de las poblaciones rurales. Antes ya lo han hecho las escuelas los centros de atención primaria los supermercados. Pero es que además de ser los últimos hemos desarrollado canales alternativos.
¿Cree que vamos a seguir viendo fusiones?
Las fusiones se producen porque permiten economías de escala y mejorar las eficiencias de las entidades. Nuestras entidades son mucho más eficientes que las de los países europeos. Superamos con creces la media de eficiencia de la Unión Europea. Si tenemos esto en cuenta, parecería que no es necesario acometer más fusiones. Pero si miramos el nivel de concentración bancario estamos en un nivel internedio comparado con el resto de Europa. Por tanto, no es descartable; son decisiones particulares de cada entidad. El gran reto yo creo que son las fusiones transfronterizas. Y esto es algo en lo que el BCE viene insistiendo desde hace mucho.
Uno de los grandes retos que sigue teniendo el sector son las «fintech».
Siempre hemos dicho lo mismo. Las fintech aportan algo que, no solo es positivo, si no que es necesario: fomentan la competencia en el sector. De hecho, una aplicación como Bizum se ha desarrollado en respuesta a las soluciones de pagos digitales y hoy es una referencia en Europa. Pues Bizum es una iniciativa pionera de la banca española que se desarrolló de forma colaborativa. Ahora bien, lo que no nos parece bien es que estos nuevos competidores que están arañando cuota de mercado a las entidades financieras no estén sometidos a la misma regulación estricta a la que está sometida el gran sector bancario. Además, tenemos que tener en cuenta que toda esta normativa lo que quiere en ultima instancia es proteger al cliente.
Una de las noticias que más están marcando la actualidad económica estas semanas es el crash de las criptomonedas, ¿qué se debe hacer con estos activos?
Como cualquier activo que sirva para invertir hay que supervisarlo y regularlo. Es un tema preocupante porque realmente son activos muy especulativos y a nosotros nos preocupa especialmente cómo está reaccionando la gente joven. Nosotros insistimos mucho en la necesidad de alfabetizar a la población en educación financiera. Es un antídoto esencial contra esas malas prácticas inversoras y frente a los cantos de sirena en temas como las criptomonedas. Es fundamental ahondar en esto a medida que avanza la digitalización. Sobre todo en la población más joven, que está acostumbrada a moverse con comodidad en los entornos tecnológicos y que se han convertido en inversores financieros digitales sin los conocimientos necesarios. Esto les hace acabar convirtiéndose en presas fáciles que se dejan seducir por los gurús y, al final, las consecuencias están siendo en algunos casos nefastas.