Después de un durísimo año de pandemia en el que España se habrá dejado un 11% de su PIB, pero atisbando ya el esperado cambio de tendencia, resulta pertinente, desde la perspectiva de CECA, hacer la siguiente recapitulación de los hechos para su reflexión. La ciudadanía ha valorado muy positivamente la respuesta de la banca. A día de hoy, nadie duda del papel crucial que ha jugado la banca. De alguna manera, cualquier residente en España, o un allegado, se ha beneficiado directamente de las medidas puestas en marcha por el sector para proveer de oxígeno financiero a familias, pymes y autónomos. Así, la valoración que hacen los ciudadanos de la actuación de la banca durante la pandemia es altamente positiva, recibiendo una puntuación de 8 sobre 10, según la encuesta demoscópica realizada por GAD3 para el sector.

La banca ha actuado como dique de contención de la crisis. ¿Cuánto hubiese caído nuestra economía de no haber existido la banca? Es decir, ¿qué hubiese ocurrido si la banca no hubiese estado aquí para garantizar el acceso a los servicios financieros, el sistema de pagos y el flujo de financiación de emergencia? La respuesta es imposible de obtener, pero es fácil intuir que la caída hubiese sido mucho más acusada. Aun
dejándola en el terreno de la conjetura, la reflexión que sigue a continuación, puede ayudar a enmarcar el ejercicio.

¿Qué hubiese ocurrido si la banca no hubiese estado aquí para garantizar el acceso a los servicios financieros, el sistema de pagos y el flujo de financiación de emergencia?

La financiación de emergencia de la banca para pymes y familias ha sido, en apenas un año, un 21,4% más que el total de los fondos europeos que llegarán a España en los próximos seis años. La respuesta de las entidades ha sido de una contundencia inédita poniendo a disposición de familias y empresas 115.800 millones de euros en financiación con aval del ICO y concediendo 1.380.000 moratorias de créditos
hipotecarios y al consumo por importe de 54.500 millones de euros.

Estas partidas, por sí solas, representan 170.300 millones de financiación, es decir 30.300 millones más que los 140.000 millones de los fondos europeos asignados a nuestro país. Esta diferencia es aún mayor si se incluye la financiación complementaria concedida por la banca sin aval público.

La pandemia ha puesto de manifiesto, más que nunca, la importancia de la Obra Social que realizan las fundaciones de CECA. El impacto social de la crisis ha sido enormemente desigual aumentando muy significativamente el número de personas que viven en situación de pobreza o riesgo de exclusión social.

Con una inversión de 772 millones de euros, la Obra Social ha jugado un papel esencial como elemento vertebrador de nuestra sociedad llegando a 24 millones de personas y mitigando el impacto de la pandemia entre los colectivos más vulnerables.

La Obra Social ha jugado un papel esencial como elemento vertebrador de nuestra sociedad.

La banca está llamada a tener un rol clave en la reconstrucción del país a través de la canalización de los fondos europeos. Que España pueda salir pronto de la crisis y crecer, en los próximos años, no sólo más, sino también mejor, dependerá de la capacidad de la administración para gestionar un volumen de fondos que representa el 11% del PIB. Es crítico que estos fondos se inviertan correctamente, es decir, en proyectos viables y realmente transformadores, que se asignen con la mayor granularidad posible y que generen el mayor efecto multiplicador.

En todos estos aspectos la banca puede contribuir. Por un lado, porque tiene el conocimiento experto y cercano de las empresas y de los diferentes sectores de actividad en los que operan. Por otro, por su experiencia en el análisis de viabilidad de proyectos de inversión. Además, cuenta con la capilaridad necesaria para hacer llegar de manera eficaz los fondos donde se precisen. Por último, la financiación bancaria, como complemento de la financiación pública va a ser fundamental para amplificar el impacto de los fondos.

Lo público y lo privado están llamados a entenderse para poner rumbo, desde el consenso y la cooperación, a la recuperación. La situación de partida de la banca en esta crisis, con elevada solvencia y holgada liquidez, ha hecho posible que las entidades se hayan podido volcar con su actividad crediticia.

La financiación será también clave en la recuperación y la banca aplicará, donde sea posible, esquemas innovadores para apuntalar la solvencia de nuestras empresas. Ahora bien, las entidades deberán ceñirse siempre a su ámbito de actuación, proveyendo la financiación necesaria y garantizando una gestión estricta del riesgo. No parece recomendable exigirle a la banca ir más allá, ni asumiendo mayores riesgos, ni renunciando a la naturaleza de su actividad. De hecho, si algo ha puesto de manifiesto la pandemia, es que, donde no pueda llegar la banca con su actividad crediticia, las medidas públicas de apoyo, incluyendo las ayudas directas, son tan necesarias como complementarias